Se miró en el espejo y empezó a quitarse la piel. Primero fue de poquito a poquito, hasta arrancársela a trozos, la última a bocados. Ahora que no tiene imagen, ni encuentra arrugas en ella, ni marcas, ni cicatrices, sonríe. Lo que no sabe y descubrirá mañana o quizá pasado, cuando nuevamente se mire en el cristal, cuando su preocupación por la imagen la impacienten, es que hay señales que no se borran; o lo que es lo mismo: uno no puede desgarrarse el alma.
Me encanta. Es extraño, raro, kafkiano. El estilo que me gusta. Sigue así.
ResponderEliminarHola Orlando, es diferente. Me siento encantada de ser tu seguidora. Felicidades!
ResponderEliminarGracias compañeros por vuestras palabras y halagos. Ello anima mucho. Abrazos!
ResponderEliminarHola...
ResponderEliminarEs una manera muy original de cambiar, dejando atrás todo:hasta la piel.
Me gusta mucho. Besos