miércoles, 18 de abril de 2012

El balcón de Silvina


“No hagas la letra tan grande”, le decían de pequeña. Pero Silvina no entendía cual era el tamaño ideal; aún así seguía esforzándose, y lograba disminuir esos símbolos que ahora son “ilegibles” para los demás. Cuando colorea los dibujos tiene a buen cuidado no usar el negro, pues “no es propiamente un color, además es demasiado oscuro, significa tristeza, es deprimente, y bla, bla, bla”. A pesar de ser una niña su maestra comenta que es muy inmadura. Sus padres están preocupados porque parece que “sólo le gusta jugar”. Necesariamente, el asunto pasará por algún psicólogo, listillos a tiempo completo de la normalidad y la estupidez.

Ahora que observo su balcón me pregunto en qué tipo de mujer se habrá convertido.

4 comentarios:

  1. Me gusta mirar los balcones cuando camino por la calle, detrás de cada uno se esconden muchas Silvinas, mujeres anónimas con infancias parecidas a la de la protagonista. Todo lo que nos sucede durante la infancia, marca nuestras vidas. Genial tu texto, como siempre. Saludos Orlando.

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  2. Es cierto que detrás de cada balcón se esconde una historia. Cuando hice la foto, imaginé una mujer cautiva de la vida. Aunque también fabulé otro final: un balcón cerrado, pero sólo aparente, y dentro, el mundo afirmativo y libre de las cosas.
    Gracias por tus palabras, un abrazo enorme Jesús.

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  3. Me gusta lo que piensas y dices.Me empuja a ser mejor con más voluntad. Gracias.

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  4. Gracias Lara. La voz que habla no es la mía, sino la de alguien que contempla un balcón cerrado. Aún así me alegra que mis palabras empujen a ser mejor y con más voluntad. Un abrazo.

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